Venus
Hay un cuento en el que Bradbury presenta a Venus como un lugar en el que llueve eternamente. Esto conlleva una forma bastante inédita de suicidarse: acostarse en el suelo (tratando de estar a cielo abierto), abrir la boca y mantenerla abierta. Los suicidios de los terrícolas en Venus son bastante frecuentes: Bradbury describe lo que sucede con los hombres que pasaron años y años bajo la lluvia. Es como si la lluvia los fuera desgastando, erosionando. Como si a los astronautas se les diluyera el color en esa lluvia eterna. Sin embargo, periféricamente ubicadas, existen en Venus ciertas cúpulas de Sol: construcciones de mediano tamaño en las que los hombres pueden secarse, pueden comer. Un pequeño sol, ubicado en la parte central de la sala, permite a los hombres desnudarse y tumbarse, refugiados de la lluvia que afuera continúa cayendo, inmortal.
Los venusinos, criaturas anfibias, sabotean las cúpulas. Destrozan el edificio, apagan el sol. Y si hay algún humano dentro, se lo llevan y lo ahogan.
Puedo imaginar esa imagen con “A hard rain is gonna fall” de Dylan sonando de fondo: los venusinos, muy parecidos a la criatura de La cosa, destruyendo la cúpula dorada, mientras Dylan canta sobre una autopista de diamantes que nadie usa, sobre doce océanos muertos.
La diablada
Veo a la diablada durmiendo. Vistiendo pantalones anchos, sucios. Sombreros de paja. En un momento, como si hubiera sido premeditado, todas las panzas se hinchan con el respirar de la diablada. Algunos llevan rastrillos con ellos. Es de madrugada. Sobre el pasto verde nacen pinos altísimos, que se recortan sobre la noche que va muriendo. La diablada, inmutable, sigue durmiendo sin sospechar el milagro que está por empezar.
Requisito
Para que funcione, la materia liviana, ínfima, del poema, debe hacerse carne. Hacerse electricidad. Una potente descarga que recorre el cuerpo y lo llena de energía. O hacerse viento, una brisa que despeina, que sopla en los ojos y los nubla o los llena de lágrimas. Quizás se convierta en sonido, en pluma y en carbón.
martes, 28 de septiembre de 2010
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